Este paraje, desde el que se puede ver el mediterráneo chocando a los pies de la Costa Brava, está cargado de historia, una historia que comenzó siendo privada antes de estar abierta al público, a la que se le dio forma sobre un acantilado y que, a día de hoy es una de las más vivas de la localidad catalana.
Esta obra de arte en plena naturaleza se remonta al año 1919, cuando fue diseñada por Nicolau María Rubió i Tudurí a petición del Marqués de Roviralta. El noble tenía intención de crear estos jardines dedicados a su esposa, pero ésta –llamada precisamente Clotilde– falleció sin llegar a conocerlos. Aunque a día de hoy sigue habiendo partes de la finca que son privadas, en el año 1993 la familia decidió ceder sus jardines al ayuntamiento de Lloret de Mar para que se hiciera cargo de ellos y los abriese al público.
El jardín es de corte romántico, y su diseñador se inspiró en Forestier, su maestro en estos menesteres; un joven Rubió i Tudurí que decoraría su obra con esculturas en bronce y mármol, la mayoría de ellas dedicadas a las sirenas, un elemento que armoniza perfectamente con el paisaje marítimo del lugar.